Los días tristes de
la mujer palentina, sus tristes y lánguidos rostros que envuelve los repetidos
aconteceres de la vida, el continuo deambular por las calles de la ciudad, apareciendo
miradas en las caras.
Palencia,
la ciudad del olvido, La ciudad que vive sola, a su aire y sin sentido, de
tradición y sin cordura.
Que lejos queda ya la ciudad
noble y alegre que paseaba en mis tiempos mozos, ni la sombra de lo que fue. Ahora
estas sola, sola en medio de la estepa, de los páramos y del secano y la espiga,
y de tu tesoro interior.
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